SANTANA Y EL PANTEON

POR RAFAEL MOLINA MORILLO


Es recurrente la discusión sobre la pertinencia de que los restos de Pedro Santana reposen o no en el Panteón Nacional. En días recientes el tema fue revivido, despertando encendidas discusiones entre historiadores e intelectuales de criterios opuestos.

La traición de Santana al promover la anexión a España de la República que tanto sacrificio había costado a los dominicanos, es el principal argumento esgrimido por los que reclaman la exhumación de sus huesos para que sean llevados a otro lugar, por considerarse su dueño indigno de compartir tan augusto sepulcro con los patriotas que allí descansan llenos de honra para siempre. No caben dudas de que se trató de un acto ignominioso, incalificable, que la Historia no puede olvidar.

Pero el hombre que cometió tan grave error al final de su vida fue el mismo que antes desenvainó su espada al frente de las tropas que lealmente le siguieron como líder para librar combates decisivos para la supervivencia de la Patria amenazada de muerte.

Sin Pedro Santana la historia hubiera sido otra, de eso no cabe duda. Sin Pedro Santana en los primeros tiempos de la dominicanidad, talvez no tendríamos un Panteón Nacional en nuestros días.

Yo creo que Santana está bien donde está, como también sucede con los próceres y heroínas que le acompañan en el solemne mausoleo de la calle Las Damas. Remover sus cenizas constituiría un acto de ingratitud nacional.
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Editor Gazcue es Arte

Master en Educación Superior mención Docencia, Licenciado en Comunicación Social, Técnico Superior en Bibliotecología y Diplomado en Ciencias Políticas, Columnista del periodico El Nuevo Diario

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