
Desechos del mobiliario de un restaurant parecen dar la bienvenida a la entrada a la abandonada sede del Fuerte San Gil. El deterioro del viejo monumento no parece preocupar mucho a las autoridades ni a los arrendatarios, aunque planean instalar allí un negocio similar al que cerraron hace un tiempo, pero más grande.
Foto: Jorge Gonzalez
Master en Educación Superior mención Docencia, Licenciado en Comunicación Social, Técnico Superior en Bibliotecología y Diplomado en Ciencias Políticas, Columnista del periodico El Nuevo Diario
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