TRES DECADAS FRENTE A LA CASA BLANCA

Se llama Concepción Martín (Conchita), y aunque nació en Galicia, España, se identifica como ciudadana del mundo cuando se le pregunta sobre su nacionalidad. Algunos aseguran que quedó traumatizada tras su divorcio hace 40 años, pero la realidad es que su discurso contra la proliferación de armas nucleares cada día es más fuerte.

Tiene 66 años y lleva 28 apostada en una acera frente a La Casa Blanca, a pocos metros del despacho del mandatario de la nación más poderosa del planeta. Su vigilia no ha decaído desde 1981. Período en el que han pasado por el Despacho Oval cinco presidentes: Ronal Reagan, George Bush, Bill Clinton, George W. Bush, y Barack Obama.

Decidió en 1981 plantarse delante de La Casa Blanca para expresar su rechazo por "la corrupción y la injusticia del sistema social norteamericano".

Empezó su lucha reclamando la custodia de su hija, y ha seguido protestando contra las guerras, las injusticas y los sionistas, sobre todo eso. Se sumó a William Thomas, un activista que había iniciado dos meses antes una protesta contra la proliferación de armas nucleares. Thomas murió en enero de este año, tras permanecer en el lugar 29 años.

Conchita duerme medio sentada debajo de una sombrilla forrada de plásticos "para que no me echen de aquí, porque si me tumbo me echan"; tiene una bicicleta, va en la que compra sus alimentos, de acuerdo a ella, se ducha en una misteriosa oficina que dice tener. No sería extraño. Solidaridad no le ha faltado.

Subsiste a base de limosnas y donativos de simpatizantes de sus causas. También vende pequeñas piedras pintadas en las que expresa las causas que la mueven a continuar con su vigilia.

Para Conchita, los enfrentamientos con los agentes no han llegado tan lejos, aunque sí padece su acoso. Le han prohibido usar un saco de dormir o colocar sillas en la acera; incluso han llegado a estipular medidas máximas para sus pancartas de denuncia. Día y noche, promulgando la paz, y protestando contra las cosas que hace mal el gobierno: Aborto, injusticias sociales.

Está en una tienda de campaña humilde justo frente a la Casa Blanca. Han tratado de echarla de ahí muchas veces, pero las Cortes han juzgado siempre a su favor, ¡así es que ahí sigue Conchita!...

Esta pequeña mujer, desdentada y con poca higiene, es foto inevitable para los turistas que visitan la Casa Blanca, y cuando se habla con ella se descubre que echa de menos su natal Galicia, que le gustaría volver, aunque no puede porque su lucha sigue aquí. Ha preferido vivir sus últimos días en la intemperie, y las noches entre plásticos, pero forrada de dignidad.



Escrito por: JOSE ANTONIO TORRES
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Editor Gazcue es Arte

Master en Educación Superior mención Docencia, Licenciado en Comunicación Social, Técnico Superior en Bibliotecología y Diplomado en Ciencias Políticas, Columnista del periodico El Nuevo Diario

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