
Un grupo muy interesante de americanismos lo componen las palabras que tienen como rasgo básico la de ser originarias del continente americano. Nacieron en América y se insertaron en nuestra lengua para nombrar realidades hasta ese momento desconocidas. Usaron nuestra lengua para difundirse en otras lenguas como el francés o el inglés.
La primera palabra americana que se incluye en español es canoa. Es sorprendente comprobar que ya aparece en el que se considera como uno de los primeros diccionarios dedicados al español. Elio Antonio de Nebrija la registra entre las primeras 18,000 palabras españolas de su Diccionario español-latino, ya en 1495. Sólo habían pasado tres años desde ese primer contacto entre las lenguas indígenas americanas y el español. Desde entonces el flujo de ida y vuelta no ha dejado de producir nuevas palabras, nuevas acepciones de palabras patrimoniales, de enriquecer el caudal léxico del que disponemos los hispanohablantes.
Ya no tendremos que esperar mucho para disfrutar del Diccionario Académico de Americanismos que nos ha propuesto la Asociación de Academias de la Lengua Española. En marzo de este año tendremos en las manos la inmensa riqueza del caudal léxico que América ha creado para el español.
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