Cuando el equipo inglés de la Copa Mundial fue enviado a casa, los jugadores fueron llevados a la picota por la prensa. El presidente francés sostuvo una reunión de crisis en respuesta a la derrota de Les Bleus. Sin embargo, después que Argentina fue humillada por Alemania 4-0, la albiceleste tuvo una bienvenida de héroes. Decenas de miles de fanáticos recibieron al equipo, cantando "no lamentamos el amor". Los niños y las mujeres lloraban. Cristina Fernández, la presidenta, invitó a los jugadores a la Casa Rosada.A pesar de que muchos fanáticos consideran la lealtad hacia un equipo que ha perdido como una insignia de honor, esa tradición no existe en Argentina hacia el equipo nacional. En el 2006 Alemania ganó un juego con menor puntaje que éste, pero el regreso de los jugadores a su hogar no tuvo consecuencias. ¿Por qué un equipo que tuvo una salida del mundial mucho más deprimente fue mejor recibido?
Una razón es la política. Hace cuatro años, Néstor Kirchner, el esposo de Cristina Fernández, era el presidente, y la pareja era altamente popular. Ahora, las encuestas de aprobación se han desplomado y ellos se han dirigido al fútbol en busca de apoyo.
El año pasado el canal de televisión estatal persuadió a la Asociación Argentina de Fútbol (AFA) de romper su contrato de cable y acordó que la transmisión de los juegos de la liga fueran a través de un canal gratis. La movida congració a los fanáticos del fútbol con los Kirchners y aguijoneó a la empresa de medios de la oposición que tenía los derechos. Cuando la señora Fernández estimuló a mantener el orgullo por el desempeño modesto de su equipo, ella podría estar tratando de retener el beneficio político de sus lazos con el deporte, aun en la derrota.
La otra diferencia es el gerente. En el 2008 la AFA tenía las riendas de Diego Maradona, un jugador legendario pero no un entrenador probado. Sus pecadillos -como la cirugía para reducir el estómago, ser hospitalizado por adicción a las drogas y dispararle a periodistas con un rifle de aire- le hacían una selección controversial, al igual que lo era su amistad con los Kirchner. Los incrédulos parecieron reivindicados cuando el equipo tuvo un pobre desempeño en las eliminatorias para la copa. Durante el torneo mismo, Maradona adoptó una riesgosa estrategia de ataque constante. Sin embargo, por un instante hizo que su excéntrica selección luciera inspirada, cuando Argentina logró llegar a los cuartos de final. Aunque el equipo argentino se vanagloriara del mejor jugador de fútbol en la persona de Lionel Messi, su gerente fue la estrella. Vestido con un traje en el que apenas cabía, jugando con una pelota y bromeando con los jugadores, ofreciendo comentarios irreverentes a la prensa, inspiró hasta al columnista de fútbol del New York Times a pedir perdón por haber dudado de él.
Al final sin embargo, los críticos probaron tener la razón, cuando Alemania metódicamente explotó su dispersa defensa. Pero la emoción y la elegancia aportados por Maradona fueron lo más cercano a ganar. Al igual que el país, el equipo puede no haber ganado, pero perdió con estilo.
Aunque el equipo argentino se vanagloriara del mejor jugador de fútbol en la persona de Lionel Messi, su gerente fue la estrella.
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