(juajua24@hotmail.com)

Para aquella súper serpiente, sus presas favoritas eran aves zancudas de 8 metros de altura, que emboscaba en densos pantanos. Eran aves casi tan altas como jirafas y sus patas eran 4 veces más macizas que las de un avestruz, capaces de matar a una persona de un pisotón. Ahora imagínese que el ataque proviniera no de un avestruz sino de las patas de esa ave monstruosa.
En aquellas remotas eras, tremendo reptil llamado Titanoboa, se deslizaba entre árboles de 60 metros de ancho, con alturas por encima de los 150 metros, en cuyas ramas se mecía el perezoso Rex, de más de una tonelada de peso. Era un poderoso animal muy similar al castor gigante, con el cual luchaba, que junto con monos enormes como gorilas, ninguna fiera de la selva en su sano “juicio” era capaz de meterse con ellos. Aquella serpiente poderosa rivalizó con un cocodrilo colosal, también de unos 20 metros, cuya coraza habría resistido disparos de fusil
Todos estos animales eran tan poderosos, que se pensaría que debían durar para siempre, pero se extinguieron tras prosperar durante 40 millones de años. Si pudieran hablar, uno les preguntaría: ¿Conocieron a los dinosaurios? Su respuesta sería no. Cuando nosotros llegamos a la cima de la cadena alimenticia, -nos responderían- los dinosaurios ya llevaban 5 millones de años de desaparecidos.
Lo que no saben estos animales post-jurásicos, es que también los dinosaurios en su momento pensaron que vivirían indefinidamente, pero luego de 200 millones de años fueron barridos por un nuevo orden natural. Claro mensaje a las especies del planeta Tierra, unos 20 millones en la actualidad, a modo de moraleja: dentro de unos milloncitos de años no quedará uno solo de sus exponentes de hoy. Sin olvidar que la especie humana es también eso: sólo una especie de hoy y punto.
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