
¿Es mucho pedir? Cualquiera diría que no. Para los vecinos de este barrio residencial es desolador ver morir día a día la tranquilidad, el orden y la belleza que un día, no hace tantos años atrás, caracterizaban este ensanche capitaleño. Hoy, denuncian sus munícipes, los prostíbulos y casas de masajes ocupan las antiguas viviendas, los talleres y bancas de lotería proliferan sin respeto a las ordenanzas municipales, los carros públicos estrenan vías cuando quieren y aparecen ya edificios de niveles no permitidos.
El Ayuntamiento no puede seguir mirando para otro lado. Las ordenanzas municipales son de obligado cumplimiento y el ADN es la institución que debe velar por que se cumplan. Esto no es cuestión de fondos, sino de voluntad política y determinación. Esta ciudad debe ser cada día más habitable.
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