(juajua24@hotmail.com)

El asunto es que los cometas son cuerpos celestes constituidos por hielo y rocas que orbitan el Sol siguiendo órbitas muy largas. Son cuerpos sólidos, que conforme se acercan al Sol, el viento solar azota su masa y genera su cola o cabellera característica, formada por polvo y el gas ionizado (que brilla) de unos 30 millones de kilómetros de longitud.
El tiempo de vida de un cometa es de unas 2 mil vueltas como promedio. Se cree que la mayoría se originan en la Nube de Oort, la última frontera del sistema solar, conformada por trillones de ellos, que componen un anillo y que son los escombros de lo que quedó al nacer el Sol y sus planetas. Hay pruebas de que al menos 3 de ellos se han estrellado contra la Tierra en los últimos mil millones de años.
Al inventarse el telescopio, los astrónomos comenzaron a estudiar a los cometas con detalle, advirtiendo sus apariciones periódicas. Edmund Halley fue el primero en hacerlo, y pronosticó en 1705 la aparición del cometa que hoy lleva su nombre, y que regresa cada 76 años. El segundo cometa al que se le descubrió una órbita periódica fue el cometa Encke, en 1821. Hay 12,326 clasificados, pero en la vida real, una persona podría llegar a ver, cuando más, de uno a dos cometas en toda su existencia.
Debido a las grandes distancias implicadas, expresadas en millones de kilómetros, los cometas duran un buen tiempo pendiendo de la bóveda celeste, dando la impresión de ser estrellas con cola, característica que dio origen a la palabra cometa, que significa cabellera.
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