CABO CAÑAVERAL, Florida, EE.UU. (AP).- La NASA hizo una pausa el jueves para recordar a los 17 astronautas fallecidos en el cumplimiento de sus misiones. El llamado Día de la Recordación, el último jueves de enero, tuvo un significado especial este año. Este viernes se conmemora el 25to aniversario del desastre en el lanzamiento del transbordador espacial Challenger.
Las banderas ondearon a media asta en las instalaciones de la NASA en todo el país. Además, funcionarios de la agencia espacial colocaron ofrendas florales en varios monumentos para honrar a los muertos, incluso en el Complejo de Visitantes del Centro Espacial Kennedy.
Los tres desastres de la NASA relacionados con la exploración espacial ocurrieron con unos días de diferencia entre uno y otro, en distintos años. Tres astronautas murieron el 27 de enero de 1967, cuando el Apolo 1 se incendió en la plataforma de lanzamiento. Siete más perecieron a bordo del Challenger, el 28 de enero de 1986, y la tripulación de siete integrantes del Columbia murió durante el regreso de la nave a la Tierra, el 1 de febrero del 2003.
``El legado de quienes han perecido está presente cada día en nuestro trabajo e inspira a generaciones de nuevos exploradores espaciales'', dijo el administrador de la NASA, Charles Bolden, en un comunicado. ``Cada día, con cada nuevo reto que superamos y con cada descubrimiento que hacemos, honramos a estos hombres y mujeres notables''.
Bolden participó en las ceremonias de colocación de ofrendas en el Cementerio Nacional de Arlington, en Virginia.
Para muchos estadounidenses no hay una palabra que evoque tanto dolor como Challenger.
Un cuarto de siglo después, las imágenes de la explosión del transbordador espacial aún significan todo lo que puede salir mal con la tecnología y con las mentes más sagaces. El accidente ocurrido a escasos 73 segundos del despegue, a 14,5 kilómetros (nueve millas) sobre el Océano Atlántico y a la vista de todos, sigue siendo el fracaso más visible de la NASA.
Fue la primera catástrofe mundial de alta tecnología que se desarrolló a la vista de todos durante la transmisión en directo por televisión. Algo que se sumó a la aflicción fue la joven audiencia: niños en edad escolar miraban por televisión el lanzamiento al espacio de la primera maestra de escuela y ciudadana común, Christa McAuliffe.
Nunca logró llegar al espacio.
McAuliffe y otros seis tripulantes a bordo de la nave perecieron mientras las cámaras seguían la trayectoria del transbordador y de los restos tras la explosión, víctimas de unas juntas de sello en mal estado y de decisiones burocráticas.
Fue, como lo recuerda un experto en hechos traumáticos y aflicción, ``el inicio de la era en que todo el mundo supo lo que ocurrió en el momento en que ocurrió''.
``Fue como nuestro estudio piloto para todo lo que vendría, creo yo. Fue espantoso'', agregó Sally Karioth, profesora de la Escuela de Enfermería de la Universidad Estatal de Florida.
El compartimento de la tripulación salió disparado intacto en una bola de fuego y continuó subiendo otros cinco kilómetros (tres millas) antes de caer de picada. La caída duró más de dos minutos. No hubo paracaídas para frenar el descenso, ningún sistema de escape; la NASA se había brincado todo eso en el desarrollo del transbordador.
El viaje al espacio era considerado tan común, de hecho, que los siete tripulantes del Challenger vestían poco más que un sobretodo azul y casco tipo motociclista para el despegue.
En un horrible destello, la tripulación más diversa de la historia _ incluido un hombre de raza negra, un japonés-estadounidense, y dos mujeres (una de ellas judía)_ desapareció.
``Uno dice 'Challenger' y entonces miramos esa estela de humo en el cielo'', comentó Karioth, quien imparte clases sobre los temas de deceso y agonía.
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