LA HABANA. EFE. Odlanier, Aledmys, Usnavi, Olnavi, Disami, son algunos de los extravagantes nombres de pila surgidos en las últimas décadas en Cuba, donde la prensa y los especialistas llaman a estudiar ese fenómeno social y aplicar normativas jurídicas más claras al respecto.
Inventar nombres propios en la isla es una práctica común que persigue la originalidad para llamarse de una manera “única e irrepetible” aunque muchas veces el vocablo que surge es “impronunciable” y difícil de entender, según alertó ayer un artículo del periódico oficial “Juventud Rebelde”. Las tendencias para escoger un nombre propio en Cuba incluyen la adaptación de palabras de otros idiomas, la formación de híbridos con los nombres de los padres, la inversión de palabras o puras extravagancias que no tienen explicación. Como resultado de las mezclas, hay nombres como Robelkis (Roberto y Belkis), Migdisray (Migdalia y Raymundo), Geyne (Gerónimo y Nelly), Yaneymi (Yanet y Mijail) o Mayren (Mayra y René). Entre los casos más particulares, están las adaptaciones criollas de términos extranjeros, muchos de ellos del inglés: Leydi por “lady”.
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