Ejemplo. No puede ver, pero tiene títulos y una carrera profesional
Escrito por: ÁNGELA PEÑA
Nació privado de la vista y aunque al conocer la realidad de su condición lloraba inconsolable, se planteó desafíos que ha cumplido con destreza y habilidades sorprendentes. Licenciado en comunicación social, es un mago de la informática y discurre en historia como un docto maestro de esa ciencia.
En la UASD, donde estudió resguardándose de piedras y bombas lacrimógenas debajo de una fotocopiadora, en un sótano, corría y practicaba natación al tiempo que escribía reportajes como requisito de la materia Deportes.
Mientras cursaba la carrera trabajaba como recepcionista en la Dirección General de Migración y realizaba una pasantía en mercadeo.
Felipe Antonio de Jesús, nacido en Higüey el 26 de mayo de 1978, es admirado por sus conocimientos tecnológicos y amplia cultura. Se ha empeñado en enriquecer una biblioteca y sus equipos de comunicación para ciegos, que comenzó a armar cuando estos no eran tan sofisticados.
Lo conocen por su paso seguro y trato afable cuando se desplaza por las calles con el bastón que ha sido compañero fiel desde la infancia, y por su voz y profundos análisis políticos de cuando trabajó en “El imperio de la tarde”, junto a Héctor Herrera Cabral, en Fiesta FM.
“Le doy gracias a Dios porque dentro de mis pocos recursos he podido tener acceso a la tecnología, a los lectores de pantallas que están hechos para ciegos”, declara. Los libros de su colección los manda a escanear y digitalizar y los pasa a una memoria especial para escucharlos. Cualquier persona con discapacidad visual puede tener los modernos dispositivos que él usa.
Felipe trabaja en la Sala de Atención a Usuarios del Archivo General de la Nación buscando libros que solicitan los investigadores y sirve a la vez de referencista pues la experiencia le ha hecho diestro en el conocimiento de autores, títulos, contenidos.
Es inagotable su sed de aprender. Hizo un diplomado en Comunicación, estudió inglés y locución.
Habla de los aparatos, programas, memorias, marcas, lectores integrados, dispositivos táctiles, “voice over”, como un experto.
“Parece que es ciego”. Hijo de Miguel y Santa de Jesús, cuando vino al mundo le brotaban lágrimas continuas y amigas de la madre insistían: “Parece que es ciego”, pero el amor de ella se resistía aceptarlo y replicaba que era “agua de parto” hasta que decidió traerlo a un centro de salud de la capital donde lo operaron, pero no recibió la vista.
A los cinco años lo trajeron a la Escuela Nacional de Ciegos lo cual fue doloroso para ambos, aunque hoy Felipe agradece pues allí estuvo como en familia. “Se encargaron de enseñarme el sistema Braille, ayudarme a integrarme a la vida común, movilizarme entre las personas que ven”, manifiesta. Padece de glaucoma congénito y piensa que tal vez el parentesco de sus padres, primos, aunque lejanos, influyó en su estado. “Es una suposición”, aclara. Al principio me sentí extraño en la Escuela, lloré mucho, fue duro, traumático, pero recibí atención de personas que se interesaron por mí, como Isabel Caridad, entre otros”.
Recibió orientación sobre movilidad con bastón, rutas y paradas de vehículos del transporte público y retornó a la provincia La Altagracia donde continuó sus estudios con profesores itinerantes del ahora Centro de Recursos para la discapacidad. Allá fue a la escuela “Orfelina Pillier” y se graduó bachiller en 1999.
Regresó a la capital para ingresar a la UASD en 2000 y desde entonces reside junto a su tía Cándida de Jesús que es su asistente en el moderno vestuario que siempre exhibe su sobrino.
Al principio enfrentó dificultades para trasladarse a los diferentes edificios de la Autónoma “pero ya en el segundo semestre iba sin problemas a Humanidades, Ciencias Jurídicas, edificio “Rogelio Lamarche” y a la Escuela de Deportes”, comenta. Recomienda “a todos los padres que tienen hijos invidentes a que no se desanimen y acudan al Centro de Recursos para Discapacidad. Ahí educan apropiadamente y desarrollan al invidente como persona útil en la sociedad. Estar ciego no significa que la vida terminó... ahí es que comienza”.
Escrito por: ÁNGELA PEÑA
Felipe, en su área de trabajo. |
Nació privado de la vista y aunque al conocer la realidad de su condición lloraba inconsolable, se planteó desafíos que ha cumplido con destreza y habilidades sorprendentes. Licenciado en comunicación social, es un mago de la informática y discurre en historia como un docto maestro de esa ciencia.
En la UASD, donde estudió resguardándose de piedras y bombas lacrimógenas debajo de una fotocopiadora, en un sótano, corría y practicaba natación al tiempo que escribía reportajes como requisito de la materia Deportes.
Mientras cursaba la carrera trabajaba como recepcionista en la Dirección General de Migración y realizaba una pasantía en mercadeo.
Felipe Antonio de Jesús, nacido en Higüey el 26 de mayo de 1978, es admirado por sus conocimientos tecnológicos y amplia cultura. Se ha empeñado en enriquecer una biblioteca y sus equipos de comunicación para ciegos, que comenzó a armar cuando estos no eran tan sofisticados.
Lo conocen por su paso seguro y trato afable cuando se desplaza por las calles con el bastón que ha sido compañero fiel desde la infancia, y por su voz y profundos análisis políticos de cuando trabajó en “El imperio de la tarde”, junto a Héctor Herrera Cabral, en Fiesta FM.
“Le doy gracias a Dios porque dentro de mis pocos recursos he podido tener acceso a la tecnología, a los lectores de pantallas que están hechos para ciegos”, declara. Los libros de su colección los manda a escanear y digitalizar y los pasa a una memoria especial para escucharlos. Cualquier persona con discapacidad visual puede tener los modernos dispositivos que él usa.
Felipe trabaja en la Sala de Atención a Usuarios del Archivo General de la Nación buscando libros que solicitan los investigadores y sirve a la vez de referencista pues la experiencia le ha hecho diestro en el conocimiento de autores, títulos, contenidos.
Es inagotable su sed de aprender. Hizo un diplomado en Comunicación, estudió inglés y locución.
Habla de los aparatos, programas, memorias, marcas, lectores integrados, dispositivos táctiles, “voice over”, como un experto.
“Parece que es ciego”. Hijo de Miguel y Santa de Jesús, cuando vino al mundo le brotaban lágrimas continuas y amigas de la madre insistían: “Parece que es ciego”, pero el amor de ella se resistía aceptarlo y replicaba que era “agua de parto” hasta que decidió traerlo a un centro de salud de la capital donde lo operaron, pero no recibió la vista.
A los cinco años lo trajeron a la Escuela Nacional de Ciegos lo cual fue doloroso para ambos, aunque hoy Felipe agradece pues allí estuvo como en familia. “Se encargaron de enseñarme el sistema Braille, ayudarme a integrarme a la vida común, movilizarme entre las personas que ven”, manifiesta. Padece de glaucoma congénito y piensa que tal vez el parentesco de sus padres, primos, aunque lejanos, influyó en su estado. “Es una suposición”, aclara. Al principio me sentí extraño en la Escuela, lloré mucho, fue duro, traumático, pero recibí atención de personas que se interesaron por mí, como Isabel Caridad, entre otros”.
Recibió orientación sobre movilidad con bastón, rutas y paradas de vehículos del transporte público y retornó a la provincia La Altagracia donde continuó sus estudios con profesores itinerantes del ahora Centro de Recursos para la discapacidad. Allá fue a la escuela “Orfelina Pillier” y se graduó bachiller en 1999.
Regresó a la capital para ingresar a la UASD en 2000 y desde entonces reside junto a su tía Cándida de Jesús que es su asistente en el moderno vestuario que siempre exhibe su sobrino.
Al principio enfrentó dificultades para trasladarse a los diferentes edificios de la Autónoma “pero ya en el segundo semestre iba sin problemas a Humanidades, Ciencias Jurídicas, edificio “Rogelio Lamarche” y a la Escuela de Deportes”, comenta. Recomienda “a todos los padres que tienen hijos invidentes a que no se desanimen y acudan al Centro de Recursos para Discapacidad. Ahí educan apropiadamente y desarrollan al invidente como persona útil en la sociedad. Estar ciego no significa que la vida terminó... ahí es que comienza”.
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