POR BIENVENIDO ROJAS
En el final de las Grandes Ligas y durante el desarrollo de la postemporada, hemos leído y escuchado todo tipo de críticas a los mánagers.
En la lupa han estado Joe Girardi, Yanquis; Dusty Baker, Cincinnati; Davey Johnson, Nacionales y podríamos agregarle otras cuentas al rosario.
No hay nada más sensible para un mánager de un equipo que no poder contar con la eficiencia de un staff de pitcheo, bateo y defensa para poder ganar, verbigracia los Yanquis que están en un slump colectivo y un pitcheo abridor más flojo que un diente de leche. Es como usted querer comprar un carro y no tener el dinero.
Un mánager es bueno en la medida que tiene un equipo que le responda.
A nosotros nos gustan los mánagers arriesgados, pero medidos; a esos que algunas veces abandonan el librito conservador para sacarle provecho a una situación, aunque las cosas no salgan como ellos y nosotros querríamos.
Vamos a poner dos ejemplos, uno donde el mánager no arriesga nada y lo puede ganar todo y otro en que se arriesga para favorecer a su equipo y perder hasta su prestigio.
1.- Corredores en primera y segunda sin out y el juego parejo. El librito indica que se debe tocar largo por tercera a fin de adelantar los corredores y colocarlos en posición anotadora. El toque sale mal, un elevado fácil y se materializa un doble play.
2.- La misma situación. El mánager arriesgado ordena batear largo, aprovechando que el infield está movido pero el batazo termina con un doble play.
Ambas jugadas han tenido el mismo resultado, más por esta última se pide la cabeza del mánager.
Las críticas a Joe Girardi por la forma que ha manejado la situación de Alex Rodríguez son normales. Por eso los mánagers tienen que jugar conforme a su criterio y estar prestos a asumir las responsabilidades, que nadie en su hora cero estaría dispuesto a compartir, ya que en esa hora los hombres suelen quedarse solos… tan solos como los muertos.
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| Joe Girardi |
En el final de las Grandes Ligas y durante el desarrollo de la postemporada, hemos leído y escuchado todo tipo de críticas a los mánagers.
En la lupa han estado Joe Girardi, Yanquis; Dusty Baker, Cincinnati; Davey Johnson, Nacionales y podríamos agregarle otras cuentas al rosario.
No hay nada más sensible para un mánager de un equipo que no poder contar con la eficiencia de un staff de pitcheo, bateo y defensa para poder ganar, verbigracia los Yanquis que están en un slump colectivo y un pitcheo abridor más flojo que un diente de leche. Es como usted querer comprar un carro y no tener el dinero.
Un mánager es bueno en la medida que tiene un equipo que le responda.
A nosotros nos gustan los mánagers arriesgados, pero medidos; a esos que algunas veces abandonan el librito conservador para sacarle provecho a una situación, aunque las cosas no salgan como ellos y nosotros querríamos.
Vamos a poner dos ejemplos, uno donde el mánager no arriesga nada y lo puede ganar todo y otro en que se arriesga para favorecer a su equipo y perder hasta su prestigio.
1.- Corredores en primera y segunda sin out y el juego parejo. El librito indica que se debe tocar largo por tercera a fin de adelantar los corredores y colocarlos en posición anotadora. El toque sale mal, un elevado fácil y se materializa un doble play.
2.- La misma situación. El mánager arriesgado ordena batear largo, aprovechando que el infield está movido pero el batazo termina con un doble play.
Ambas jugadas han tenido el mismo resultado, más por esta última se pide la cabeza del mánager.
Las críticas a Joe Girardi por la forma que ha manejado la situación de Alex Rodríguez son normales. Por eso los mánagers tienen que jugar conforme a su criterio y estar prestos a asumir las responsabilidades, que nadie en su hora cero estaría dispuesto a compartir, ya que en esa hora los hombres suelen quedarse solos… tan solos como los muertos.
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