El accidente aéreo y la corrupción gubernamental

Por José Figuereo


La nación no se recupera aún de la tragedia ocurrida el pasado día domingo 7 de los corrientes, en la que dos jóvenes pilotos de la Fuerza Aérea Dominicana perdieron la vida. Otros eventos importantes desplazarán a éste y la memoria nacional comenzará a olvidar sin que apenas haya logrado entender las razones que dieron origen al fatídico evento.

El show acrobático aéreo en el que los jóvenes militares pilotos Rafael Sánchez y Carlos Guerrero perdieron la vida, es parte de un negocio de espectáculos que se ofrece cada año. En estos participa la Fuerza Aérea Dominicana, entre otras instituciones militares, aportando sus aviones y sus pilotos. De hecho, no es extraño que esto ocurra así, pues pasa igual en otras partes del mundo en que se ofrece este tipo de espectáculos. Sin embargo, es necesario observar detenidamente algunos ribetes del show que se monta en nuestro país.

Ocurre que entre los organizadores de este espectáculo se encuentra un capitán de fragata de la Marina de Guerra, cuyas raíces en el aparato militar dominicano son de considerar. Es el productor general del evento, en el cual no solo participa la aviación, sino que también lo hacen de distintas maneras la Marina de Guerra, el Ejército Nacional y la Policía Nacional. Es decir, que los recursos estatales que es capaz de mover este capitán de fragata son considerables, lo que ha llamado a la atención de algunos periodistas que por alguna razón no han tenido la oportunidad de indagar debidamente en el tema, a fin de establecer concretamente las implicaciones económicas que encierra la relación sector privado-fuerzas armadas en este caso.

Nuestros gobiernos han sido y son aliados de la gente de negocios, no importa quién gobierne. Los recursos estatales son puestos a disposición de este sector económico descaradamente; sin guardar la menor apariencia. Miles de galones de combustible son regalados anualmente a empresas extremadamente ricas; empresas estatales son puestas en manos de viejos y nuevos "jorocones", aumentando sus riquezas; se exprime a la población a fin de alimentar las arcas de comerciantes del sector eléctrico que cobran servicios que no dan y sin que esa situación sea cuestionada oficialmente; se conceden grandes porciones de terreno de vocación turística a amigos inversionistas, a precios irrisorios; se crean compañías a vapor a fin de "vender" servicios al Estado, y un largo etcétera de barbaridades de este mismo tipo.

Es en este ambiente de mal uso de los recursos estatales, en que probablemente se inscribe el impresionante acceso que tienen los organizadores del "Show Aéreo del Caribe" a aviones, barcos, personal militar y paramilitar.

Dicen que el año pasado, este espectáculo aéreo dejó una bicoca de 20 millones de pesos a sus organizadores. Este año, un joven de extracción humilde salió de su casa, ubicada en un pobre y populoso barrio de la capital, a cumplir una orden para la cual no estaba debidamente preparado. Perdió la vida cumpliendo una misión en la que el interés nacional no jugó ningún papel.

Esta tragedia es una más en la larga cadena de eventos en los que un pequeño grupo de dominicanos hace de la propiedad pública el medio más efectivo para amasar fortuna. Lamentablemente.
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Editor Gazcue es Arte

Master en Educación Superior mención Docencia, Licenciado en Comunicación Social, Técnico Superior en Bibliotecología y Diplomado en Ciencias Políticas, Columnista del periodico El Nuevo Diario

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