Analfabetismo económico

Con la campaña electoral llegan las promesas de los candidatos. Que no las cumplan después, si es que ganan, no parece importar mucho. Después de todo, siempre será posible dar explicaciones en apariencia razonables de por qué no pudieron cumplirlas. A todos los niveles, los candidatos asumen compromisos, algunos de los cuales claramente no son viables.

El asunto está en que para casi todo lo que se promete se necesita dinero, y ese dinero hay que sacarlo de algún sitio. Como los préstamos están llegando a su límite superior, lo más probable es que el dinero tendría que salir de los bolsillos de los contribuyentes de impuestos, lo que no es algo tan fácil de lograr. Lo mejor desde el punto de vista electoral para los candidatos, por lo tanto, es olvidarse en sus discursos de ese incómodo aspecto monetario, y lanzar sus propuestas sin prestar mayor atención a su costo ni a la forma de financiarlas.

Un analista estadounidense, Michael Boskin, ha descrito esa situación como un caso de analfabetismo numérico, científico y económico. En un artículo publicado a principios de este mes por la Institución Hoover, el autor hace referencia a las propuestas de los numerosos candidatos demócratas que aspiran ser seleccionados para enfrentar a Trump el año que viene. Desde su punto de vista, esas ofertas irreales son muy perjudiciales porque desplazan la discusión de propuestas serias. Los votantes las escuchan y se ilusionan con ellas. Y al ser muy llamativas y controversiales, acaparan el debate, mientras las promesas que pudieran ser viables quedan sepultadas en un tercer o cuarto plano.

En nuestro medio, la población debería saber, por experiencias reiteradas, que las promesas más exuberantes son probablemente inviables. Pero los votantes parecen tener una memoria de corto plazo, olvidándose de todo cuanto se dijo tiempo atrás, sobre todo si disfrutan de algún empleo, ayuda, subsidio o contrato que no desean arriesgar.


Por Gustavo Volmar


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Editor Gazcue es Arte

Master en Educación Superior mención Docencia, Licenciado en Comunicación Social, Técnico Superior en Bibliotecología y Diplomado en Ciencias Políticas, Columnista del periodico El Nuevo Diario

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