La Cátedra del merengue

Saludable iniciativa la del ministro Roberto Fulcar de integrar al programa de la instrucción pública la Cátedra Merengue. Interesante y osada novedad que forma parte del empeño en la formación de los alumnos en los valores de la ciudadanía consciente y de la dominicanidad.

El merengue es un atributo valioso de la identidad nacional, cuyas raíces se han sembrado durante más de siglo y medio, y da pena el comprobar la discriminación a que siempre ha estado sometido, especialmente desde las clases dominantes; la indiferencia del Estado frente a ese rasgo de nuestro ser nacional, que si ha logrado sobrevivir ha sido por la vinculación que tiene con la idiosincrasia de nuestro pueblo.

Los que hemos luchado por la preservación de ese género musical nos hemos quejado con toda la razón del mundo del descuido olímpico de las autoridades frente al mismo. Ahora ha aparecido un alto funcionario que desde uno de los más importantes ministerios del gobierno, está tratando de poner el merengue en su lugar.

Eso adquiere mucho más significación, si cabe, porque este esfuerzo se invierte en la escuela, con los niños y los jóvenes, los dueños de la República del mañana.

Agradezco al Ministro el haberme convidado a formar parte de los que impartirán la Cátedra Merengue, entre los que figuran personas del crédito y el renombre del maestro Rafael Solano, el periodista y batallador por el merengue Huchi Lora y, aunque su nombre no ha salido públicamente, el maestro Ismael Hernández, de cuyos conocimientos en la materia no caben dudas.

La nación y el patriotismo se fundamentan en valores y la cultura es uno de ellos. En nuestro caso es imposible hablar con seriedad sobre cultura sin hablar con seriedad sobre el merengue, creación genial del espíritu, las manos y la inteligencia de nuestro pueblo; signo esencial de la dominicanidad del cual debemos sentirnos orgullosos.

En medio de la ola de desnacionalización que azota el mundo, hay que aprender de todo lo bueno de las demás naciones y su cultura, pero lo nuestro es lo nuestro y después de defenderlo por siglos enteros, hoy no nos luce dejarlo abandonado. Juan Pablo Duarte jamás nos lo perdonaría.

Así, la inauguración de la Cátedra Merengue reviste tanta relevancia. Desde mi modesta condición me integro a ella, con la esperanza de que a ritmo de merengue, la causa nacional salga lo más gananciosa posible.


Por Rafael Chaljub Mejía

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Editor Gazcue es Arte

Master en Educación Superior mención Docencia, Licenciado en Comunicación Social, Técnico Superior en Bibliotecología y Diplomado en Ciencias Políticas, Columnista del periodico El Nuevo Diario

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