Boinas Verdes en la revolución de abril de 1965: un enfoque operacional

Este trabajo se va a limitar a las actuaciones de las fuerzas especiales del ejército norteamericano - en específico, los Boinas Verdes (otras unidades deberán ser tratadas en otros trabajos) - durante la conflagración de abril del 1965, lo que ellos denominaron “Operación Powerpack”. De la misma manera, tampoco perfilaremos en este trabajo la historia de esa unidad previo al conflicto, que se inició el 24 de abril de ese año, la cual animamos al lector a localizar en sus bibliotecas o el internet. Estos parámetros tienen como fin determinar el alcance de estas notas.

Ante todo, es conveniente establecer que a las Fuerzas Especiales, al igual que al resto de las fuerzas armadas norteamericanas, la revolución de abril del 1965 y la derrota de las llamadas fuerzas leales en la denominada Batalla del Puente Duarte el 27 de abril del 1965 les tomó por sorpresa y como tal tuvieron que desarrollar soluciones para el nuevo teatro de operaciones sobre la marcha, lo que fue en cierta forma conveniente para una fuerza cuyo principal activo es la adaptabilidad al campo de batalla.

El 7mo Grupo de Fuerzas Especiales (Aerotransportado) estacionado en Fort Bragg, Carolina del Norte, conjuntamente con el 8mo Grupo de Fuerzas Especiales (Aerotransportado), localizado en la Zona del Canal de Panamá, eran las unidades encargadas para operar en América Latina.

Dichas unidades bajo la dirección del mayor general William Ray Peers, quien era un aguerrido y eficiente comandante de Fuerzas Especiales cuya carrera comenzó en la Segunda Guerra Mundial con la Organización de Servicios Estratégicos, la famosa OSS, encargó el “problema dominicano” a los operadores del 7mo Grupo.

Si bien estos recibieron prioridad para su transporte a la República Dominicana por parte de los aviones del XVIII Cuerpo Aerotransportado, luego de la orden presidencial que generó la intervención norteamericana en nuestro país y que trajo a los primeros paracaidistas en la madrugada del 30 de abril del 1965 (pequeñas unidades de la Infantería de Marina ya lo habían hecho el 29 de abril del 1965) a la Base aérea de San Isidro.

Su arribo al país fue un verdadero caos, solo con sus armas y municiones personales, y no fue sino hasta el 4 de mayo, que las fuerzas especiales estuvieron en condiciones de operar, a las órdenes del mando conjunto, debido a la falta de información de inteligencia, equipos de soporte, comunicaciones, mecánicos, cocineros, etc.

Rápidamente, el 5 de mayo del 1965 los Boinas Verdes se hicieron cargo de la “Operación Helicóptero Verde”, en ese momento la prioridad número uno de la administración de Lyndon B. Johnson. Dicha operación, que había iniciado el 3 de mayo del 1965, de manos de la CIA y el AID, teóricamente tenía como fin el transporte de operadores vestidos de civil para ayudar a las comunidades en el interior del país con servicios médicos, alimentos y medicinas en helicópteros marcados con insignias de la Cruz Roja.

Realmente, el fin de dichos activos en el campo era determinar el alcance de la revolución en el país y la posibilidad de que la misma se propagase más allá de la ciudad de Santo Domingo. Las operaciones de las fuerzas especiales confirmaron lo que ya la CIA había establecido: que el movimiento revolucionario se limitaba básicamente a la ciudad de Santo Domingo (David Attle Philips, jefe de estación de la CIA, indico que el cable más alarmante que había recibido de sus activos en el interior del país fue que “...los mosquitos nos están matando”).

A pesar de las precauciones que se tomaron, como vestirlos de civil y hacerse acompañar de personas que conocían a la comunidad, la población dominicana, en muchos de los 47 pueblos y ciudades donde actuaron, por sus armas y el uso de helicópteros norteamericanos que los transportaban y suplían, rápidamente identificó a estos operadores.

Si bien muchas de las operaciones, logros y fracasos de los Boinas Verdes en la República Dominicana permanecían clasificados al momento en que los autores consultados para este trabajo generaron sus obras, hemos podido colectar algunas de ellas.

En ese orden, podemos indicar que las Fuerzas Especiales, en algunos casos acompañados de los Seals de la Marina, realizaron operaciones a los fines de comprobar la realidad de informaciones que indicaban la existencia de desembarcos de armas y tropas en diferentes partes de las costas del país por parte de Cuba, los operadores en el campo disfrazados algunas veces de pescadores deportivos confirmaron la falsedad de dichos rumores.

Pero al final tuvieron que espiar y controlar a los mismos funcionarios de la AID y demás agencias de ayuda norteamericana que les daban soporte, debido a que estos jóvenes norteamericanos desarrollaron simpatías por los idearios rebeldes y veían a los Boinas Verdes (al igual que al resto de las fuerzas de ocupación) como simples interventores, que deseaban mantener en el poder a las fuerzas desplazadas el 24 de abril del 1965, las cuales eran percibidas por una gran parte de la población dominicana como tiránicas e ilegitimas.

Al mismo tiempo, las Fuerzas Especiales en el país, que algunos autores colocan en 18 oficiales y 67 alistados, con rango mínimo de sargento, montaron un aparato de inteligencia en contra de los denominados rebeldes, que incluyó incursiones por parte de operadores seleccionados, con ropa de civil, papeles falsificados y equipos de los que usaban los llamados alzados, a la “Zona Constitucionalista”, esto con el fin de determinar, entre otras cosas, la moral de dichos revolucionarios, su armamento real y la capacidad de operación que poseían, disposición y carácter de los cordones de seguridad, etc., lo que lograron con bastante éxito.

Estaban tan bien entrenados esos operadores en su capacidad para mezclarse con los criollos que se hizo necesario que otros miembros de la unidad fuesen colocados en los lugares de reentrada designados dentro de la “Zona de Ocupación Norteamericana” para que pudiesen ser identificados a su retorno, ya que las fuerzas convencionales del ejército y la infantería de marina los confundían con verdaderos hostiles, esto a pesar de que indicaron actores de esas operaciones el poco conocimiento sobre guerra urbana que tenían las Fuerzas Especiales en ese momento.

Los elementos de inteligencia de la 82va. división Aerotransportada y los Boinas Verdes montaron un centro de interrogatorios en Sans Soucí, localizado a la salida de la ciudad de Santo Domingo, junto a la Base Naval 27 de febrero, a la sazón principal base naval criolla. En este centro reunían a los prisioneros, llamados “detenidos” por razones legales (al no ser declarada la guerra no eran prisioneros, así que se usó el eufemismo de llamarles detenidos, instrucciones que fueron redactadas por los abogados del ejército y que serían desempolvadas, para nuevo uso, después del 11 de septiembre del 2001), y se dedicaban a interrogarlos.

La necesidad de utilizar traductores les hizo localizar dentro de las fuerzas convencionales desplegadas a las personas que hablasen español, a lo que los comandantes de los paracaidistas se mostraron reacios y hasta soldados directamente de Puerto Rico fueron traídos a los fines de procesar a los capturados, los cuales, al ver que muchos de los detenidos no eran comunistas, sino luchadores por el retorno a la Constitución de 1963, simpatizaron con ellos y cambiaban las preguntas de los operadores y las respuestas de los “detenidos” a los fines de protegerlos.

Por supuesto, cuando eso fue descubierto, dichos soldados fueron trasladados y se reforzó el programa de lenguas de los Boinas Verdes para operaciones futuras.

Duelos de francotiradores entre constitucionalistas y operadores se convirtieron en algo común. Desconocemos el dramatismo que los mismos alcanzaron, pero fueron al parecer lo suficientemente transcendentales para que unos pocos Boinas Verdes y sobre todo varios Seals de la Marina crearan una reputación de excelencia dentro de sus unidades, reputación que les seguiría a algunos de ellos a las selvas de Vietnam, donde tendrían oportunidad de demostrarlas.

La acción directa y el sabotaje no estuvieron fuera del ámbito operacional de los Boinas Verdes. Reiteramos que muchas de sus acciones eran y seguían siendo clasificadas al momento de consultar a los autores que las abordaron, pero entre las que se conocen podemos citar la toma estilo comando de varias de las estaciones repetidoras de La Voz Dominicana en Alto Bandera y La Vega, la toma de la escuela de los míticos hombres rana, ya desalojada por dichos marinos.

Una guerra de túneles en las alcantarillas de la ciudad de Santo Domingo lado a lado con los ingenieros de la 82va. Aerotransportada, donde ambos bandos intentaban infiltrar las líneas de los contrarios; colocando trampas cazabobos; emboscadas, que se entrecruzaron con otras del bando contrario, el robo de los planos de la red telefónica y de alcantarillas de la ciudad a los fines de destruir empalmes que dificultasen la comunicación entre las fuerzas constitucionalistas y colocación de escuchas con el objeto de seguir colectando información.

Interesante resulta la existencia de un plan para eliminar al coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó y su Estado Mayor; este requería que un grupo mixto de Boinas Verdes y Seals de la Marina, de nuevo vestidos de civil y con documentos falsificados, se infiltraran en la “Zona Constitucionalista” en horas de la noche y colocaran explosivos en el edificio Copello, que era el centro de gobierno rebelde, para volarlo con sus ocupantes dentro.

Luego de esta acción, los operadores se retirarían por sus propios medios hacia el mar, donde serían extraídos. Esos hombres tenían la obligación expresa de llevar consigo de vuelta al mar a todos sus heridos y muertos a los fines de no dejar rastros de presencia norteamericana en la operación, pero la misión fue cancelada en el último minuto, desconociéndose las razones que llevaron a su terminación.

Al final, los esfuerzos de los Boinas Verdes y de las fuerzas norteamericanas se vieron coronados con el éxito con la rendición de las fuerzas constitucionalistas.


Por Virgilio A. Méndez Amaro

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Editor Gazcue es Arte

Master en Educación Superior mención Docencia, Licenciado en Comunicación Social, Técnico Superior en Bibliotecología y Diplomado en Ciencias Políticas, Columnista del periodico El Nuevo Diario

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