¿Por qué Sammy Sosa no será inmortal?

Sammy Sosa fue grande, con una estatura inmensa de idolotría gracias al béisbol. De aquel niño pobre, a hombre millonario, el béisbol le dio fama y ganó en salarios US$124 millones.

Sin embargo, cuando salió de las líneas de cal, prefirió el mundillo farandulero, que estar viendo desde palco un juego de béisbol o en el mundo de los comentarios en televisión. Era frecuente ver al “Bambino del Caribe” en el programa del “Gordo y la Flaca” y “Los Famosos” que en un programa de deportes.

¿Usted ha visto a Sosa compartir en el torneo de golf de celebridades de David Ortiz o en el Estadio Tetelo Vargas en juego de las Estrellas?

El béisbol no dejó a Sosa, Sammy abandonó el béisbol y hoy los periodistas se lo están cobrando. Este año es su último en las papeletas de  la Asociación de Escritores de Baseball de América para llegar a Cooperstown y sólo ha recibido el 26.8% de los votos del 75% requerido.

Sosa no dijo mi “ji” cuando en el 2003 el New York Times informó que estaba en una lista de 103 jugadores que dieron positivo por esteroides para mejorar el rendimiento. En esos momentos el tiempo no le daba para los ajetreos del jet-set y las rimbombantes fiestas en Casa de Campo.

Sosa, siete veces seleccionado al Juego de Estrellas y seis veces ganador del Bate de Plata, ayudó a revitalizar las Grandes Ligas en 1998 cuando él y Mark McGwire montaron un festival de jonrones. Sosa ganó el MVP de la Liga Nacional en 1998 y rompió la marca de Roger Maris (61) cuando terminó con 66 jonrones, pero arreciaron los rumores de que abusó de los esteroides anabólicos durante su carrera como jugador y no enfrentó los medios como lo hizo Albert Pujols en el 2013 cuando demandó al ex pelotero Jack Clark por decir en un programa de radio que utilizó esteroides.

En julio de 2002, el columnista de Sports Illustrated Rick Reilly confrontó a Sosa sobre su presunto abuso de esteroides en su casillero del Wrigley Field, y le pidió que se hiciera una prueba para demostrar que sus hazañas en el diamante eran legítimas. “Dijiste que si el béisbol prueba los esteroides, quieres ser el primero en la fila, ¿verdad?” Reilly le preguntó a Sosa. “Sí”, respondió el hombre que fletó 609 jonrones en su carrera entre 1989 y 2007.

Reilly informó al ganador del Home Run Derby de 2000 que la prueba podría realizarse con una muestra de sangre u orina, y que los resultados se devolverían dentro de 10 días. Las preguntas planteadas aparentemente le rajaron la espalda al ganador del Premio Roberto Clemente de 1998, y Reilly dijo que “las venas del cuello de Sosa comenzaron a hincharse”.

“¿Por qué me dices que haga esto?” cuestionó Sosa, que una vez lució imponente cuando hizo su debut con Texas en 1989.

Reilly dice que luego le preguntó a Sosa cómo podía meterse en problemas si nunca había hecho nada malo. Reilly quería seguir defendiendo su caso. Pero, Sosa dio un paso al frente y dijo: “¡Esta entrevista ha terminado! ¡Cambio, hijo de puta!

Tres años después, en el 2005, en una audiencia ante el Congreso de los Estados Unidos, a Sosa misteriosamente se le olvidó hablar inglés.

Sosa, también fue atrapado con un bate con corcho en un juego en el 2003.

La historia de las Mayores y de los Cubs de Chicago se le olvidó a Sammy Sosa y hoy solo se le ve en el Palacio de Justicia en las entrevistas con la magistrada Yeni Berenice.

¡Qué pena Bambino!


Por Bienvenido Rojas

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Editor Gazcue es Arte

Master en Educación Superior mención Docencia, Licenciado en Comunicación Social, Técnico Superior en Bibliotecología y Diplomado en Ciencias Políticas, Columnista del periodico El Nuevo Diario

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