Carta de Saillant sobre Pupo Román

César Saillant fue secretario privado de Ramfis Trujillo. En agosto de 1962 escribió una carta a Eduardo Sánchez Cabral en la que cuenta aspectos del comportamiento del hijo del tirano. Veamos lo que dice sobre Pupo Román Fernández.

“De otro de aquellos desgraciados de quien ocasionalmente nos enterábamos a través de las indiscreciones del coronel Pirulo Sánchez Rubirosa y del coronel Tavito Balcácer, era del general José René Román Fernández. Varias veces oí desde mi escritorio aquellos sádicos comentarios del eficiente discípulo de Abbes: -Papá- a todo el mundo le decía papá-. Si tu supieras lo que le hice ayer a ese hijo de la gran puta. Lo amarré desnudo en la cama y lo cubrí de gratey. Hoy tú lo ves y es una roncha entera, parece un camarón. Y otro día: -Papá, pero que maldito tan duro ese. Ayer le saqué las planchas, les puse un alambre por dentro, se las puse otra vez y le di corriente. Brincaba como un chivo. Yo ya no sé qué inventar con él…

Recuerdo bien el 30 de junio de 1961. Se celebró una misa por el alma de Trujillo, que desde hacía un mes justo asistía con la mayor regularidad al pase de lista en las solitarias del infierno. Ramfis llegó temprano a la oficina, uniformado de gala, pero con el rostro tan ceñudo, tan grave, que fácilmente se leía en él que lo dominaban ideas lúgubres. Salió con los jefes de estado mayor que lo esperaban para asistir a la misa y luego a otro acto oficial, regresando cerca de las diez de la mañana. No olvidaré la expresión de su rostro cuando un oficial le abrió la puerta de su despacho. Sin quitarse el quepis se sentó ante su escritorio y permaneció unos instantes inmóvil, con la mirada perdida, como presa de sombríos pensamientos.

De repente se levantó como impulsado por un resorte y se dirigió nuevamente a la puerta: -Dile al coronel Sánchez Rubirosa que venga seguido. Salieron y regresaron una hora después. Al entrar se le notaba más tranquilo, como quien acaba de desprenderse de un gran peso. Algunos oficiales esperaban a Pirulo en su oficina. Él les hizo una revelación: -Nunca en mi vida había visto una pela tan bien dada como la que acaba de dar el general. Y sin esperar a que le preguntasen, les aclaró: -Le acaba de dar a Pupo una pela de película.

El calvario del general Román solo puede compararse al del capitán piloto Juan de Dios ventura Simó, a quien Ramfis hacía sacar de las cámaras de tortura para que presenciase el fusilamiento de los mártires de junio de 1959 y lo obligaba a abrazar y a besar los cuerpos sin vida de los ultimados.

Lita Milán (esposa de Ramfis) me refirió en París en diciembre de 1961 cómo ocurrió la muerte del general Román. No sé si será exactamente la verdad, pero corresponde a la versión que tenía de boca de uno de los oficiales que gozaban de la absoluta confianza de Luis José León Estévez.

El día fijado para la ejecución Ramfis salió de su casa acompañado por Luis José. Llevaba el revólver de Trujillo. Le confesó a Lita, después, que, a juzgar por la mirada de alivio de Román, al verle aquella vez, comprendía que habían llegado sus últimos momentos. Su cuerpo exánime, ya casi sin vida, fue arrastrado hacia el lugar donde los verdugos esperaban para ultimarlo y manos culpables lo mantuvieran atado a algo para que se pudiera mantener en pie sin desplomarse. Aquel blanco semi viviente, donde solo palpitaba ya la fuerza del espíritu, fue recibiendo los disparos que por turno les hacían Ramfis y Luis José, poco a poco, poco a poco, a las manos, a los brazos, al hombro, a los pies, a las piernas, las rodillas, a los muslos. Así lo fueron acribillando, con la misma impasible crueldad que lo habían torturado.

Román asistió a su propio exterminio con aquellos ojos más abiertos que nunca, sin voz ya para un quejido; nadie supo, ni él mismo quizás, en qué instante abandonó el cuerpo masacrado su alma, cien veces pecadora, pero mil veces redimida en la lenta agonía del martirologio…Dios mismo, al juzgarle, le habrá visto con ojos de piedad”.

Y digo yo: El general Román Fernández no solo fue humillado, torturado y masacrado por Ramfis Trujillo y sus adláteres. También ha sido calificado de traidor por algunos descendientes de quienes llevaron a cabo la gesta del 30 de Mayo, sin que haya evidencias que lo demuestren, ni piedad que calibre la intensidad de su martirio. Los extremos coinciden. ¿Dónde estará la verdad?


Por Eduardo García Michel

Share on Google Plus

Editor Gazcue es Arte

Master en Educación Superior mención Docencia, Licenciado en Comunicación Social, Técnico Superior en Bibliotecología y Diplomado en Ciencias Políticas, Columnista del periodico El Nuevo Diario

0 comentarios:

Publicar un comentario

GRACIAS POR VISITAR GAZCUE Y DEJAR TU COMENTARIO.