Sin voluntad de justicia, no hay futuro para nuestros hijos

Como mujer, madre y ciudadana, me preocupa que la corrupción se persiga en los periódicos y no en los tribunales.

A veces me pregunto si el Pepca recuerda para qué existe. Y lo digo con toda claridad: la Procuraduría Especializada de Persecución de la Corrupción Administrativa no es un medio de comunicación, es un órgano judicial. Sin embargo, parece que en más de una ocasión se ha sentado a esperar que sean los periodistas quienes destapen lo que debería ser objeto de investigación penal.

El periodismo de investigación cumple un rol vital en una democracia. Gracias a sus reportajes, la sociedad se entera de verdades incómodas, de irregularidades que el poder pretende ocultar y de abusos que no deberían repetirse. Ese periodismo nos abre los ojos y nos recuerda que no estamos indefensos frente a quienes creen que pueden hacer lo que quieran con el Estado.

Pero el periodismo tiene límites. Los periodistas no pueden allanar oficinas ni domicilios, no pueden incautar bienes, no pueden interrogar bajo juramento ni, mucho menos, someter a alguien ante un tribunal. Los periodistas visibilizan; el Ministerio Público judicializa. Son dos roles distintos y necesarios, pero nunca intercambiables.

Como madre, me duele pensar que mientras se juega a la política con la corrupción, el país que le estamos dejando a nuestros hijos es uno donde la impunidad se normaliza. ¿Qué mensaje reciben ellos cuando ven que los casos salen en los periódicos, pero nunca llegan a los tribunales? ¿Qué futuro podemos esperar si la justicia parece opcional?

Como mujer y como ciudadana, me preocupa que el Pepca, en lugar de liderar la lucha contra la corrupción, actúe como espectador de lo que publican los medios. Porque cuando una institución con tanto poder legal depende de titulares de prensa para actuar, lo que hay no es falta de pruebas, sino falta de voluntad.

Y ahí está el verdadero problema: sin voluntad, ninguna ley sirve. Podemos tener códigos, tribunales y fiscales, pero si no hay decisión de actuar, todo se queda en papel. Y mientras tanto, los corruptos se sienten protegidos, y los ciudadanos, indefensos.

No confundamos los roles:

• Los periodistas destapan y visibilizan.

• El Pepca investiga, judicializa y persigue penalmente.

Cuando esa diferencia se borra, lo que se debilita no es la prensa ni la justicia: lo que se debilita es la confianza de la sociedad en el Estado.

Yo no me resigno a heredarle a mis hijos un país donde la corrupción se denuncia en los periódicos, pero nunca se condena en los tribunales. La prensa es indispensable, pero la justicia es irrenunciable. Y mientras el Pepca no entienda eso, la pregunta seguirá siendo la misma: ¿qué futuro nos queda?


Por: Winnie Rodríguez 

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Editor Gazcue es Arte

Master en Educación Superior mención Docencia, Licenciado en Comunicación Social, Técnico Superior en Bibliotecología y Diplomado en Ciencias Políticas, Columnista del periodico El Nuevo Diario

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