
"Qué aburrido, esto ya es demasiado: en el transporte público, en el trabajo, ahora en el cine", se queja a la AFP Lissette Berriel mientras se refriega las manos con gel desinfectante, último paso antes de comprar la entrada para una película en una de las mayores cadenas de cines de la capital mexicana.
Antes, al igual que todos los asistentes, Lissette tuvo que completar un cuestionario sobre el estado de su salud y se dejó tomar la temperatura.
"Si tienen más de 38 grados (Celsius) no pasan", explicó a la AFP Daniel Hernández, el encargado el viernes por la noche de tomar la temperatura con un termómetro digital a cada persona que ingrese al cine.
Escrito por: Natalia Ramos
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