(juajua24@hotmail.com)

Conforme van creciendo, los milpiés van aumentado su número de patas, en cada anillo que crece en su cuerpo segmentado. Hay una curiosa especie de milpiés que parece invertido, ya que su parte trasera parece la delantera, y la delantera parece su trasero, todo con el ánimo de confundir. No siempre tienen ojos y algunos desarrollan antenas. Los hay negros, grises, azules, rojos, amarillos y pintos. Hay un milpiés diminuto del largo de una uña, pero con 190 pares de patitas. Cuando mudan la piel dejan de comer. En las regiones tropicales aparecen milpiés larguísimos, que se desplazan por debajo de la hojarasca. Algunos ponen unos 5 mil huevecillos al mes. Al cabo de 2 años, mueren.
Todos los milpies se enrollan para protegerse de los depredadores. El truco les funciona tan bien que por eso llevan 400 millones de años viviendo exitosamente sobre la Tierra. Se han clasificado 12 maneras de enrollarse. La mayoría son inofensivos pero algunos desarrollan glándulas tóxicas. Todos ellos liberan ácido cianhídrico que producen mal olor y alergias. Si un milpiés invade una casa, morirá en menos de un día por la falta de humedad.
No es un prejuicio machista mío, pero está comprobado que las hembras son más peligrosas que los machos. Finalmente, es curioso que al milpiés lo llamemos de esa forma, cuando en realidad tiene patas y no pies. Sin embargo, nadie en su sano juicio los llamaría milpatas, sino milpiés. En cambio, el ser humano que sólo tiene dos pies, puede meter la pata miles de veces, y nunca nadie dirá que metió el pie. Qué interesante.
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