"Menores" y castigos

El castigo y uso de “mano dura” no cambia patrones de conducta 

 Escrito por: TAHIRA VARGAS GARCÍA
(tahiravargas@yahoo.es)

La población dominicana vive en una sociedad que dice ser democrática en su Constitución jurídica, en la práctica es autoritaria con un  quiebre continuo del Estado de derecho. El autoritarismo de la sociedad dominicana se puede identificar en: familia, escuela - sistema educativo, espacios laborales, ejercicio de poder de los distintos organismos del Estado y espacios lúdicos.

La niñez y adolescencia en nuestro país es la más afectada, sufre violaciones de sus derechos en todos estos espacios y no logra ser escuchada, atendida, protegida y mucho menos respetada.

La presencia de niños, niñas y adolescentes en actividades en conflicto con la ley en la sociedad dominicana no ha sido intervenida desde sus raíces. Los estudios sobre la problemática demuestran que sus causas son multifactoriales con fuerte peso en falta de oportunidades a: educación, empleo, artes, documentación, deportes y desarrollo humano.

Otra de las causas es el hecho de que delinquir en nuestro país es un acto de fácil acceso por la impunidad en la que están envueltas las redes delictivas. Estas redes no están dirigidas por menores sino por personas adultas y muchas veces vinculadas a estamentos de poder y a organismos policiales.  En los estudios realizados con niñez y adolescencia en conflicto con la ley se identifican las situaciones de castigo físico, verbal y psicológico que vive. No son una excepción,  el 83% de los hogares en República Dominicana inflige castigos físicos, psicológicos y verbales a sus hijos e hijas con el uso de métodos violentos. (ONE, 2010).  Esta población inserta en redes delictivas tiene el castigo y la mano dura en su vida desde su nacimiento, sufriéndolo intensamente. Igualmente se encuentra fuera de los centros educativos en condiciones de exclusión y expulsión.

El castigo físico no ha influido en cambios de sus conductas. Estudios psicológicos, antropológicos y sociológicos en América Latina y otros países así lo demuestran. El castigo y uso de “mano dura” no cambia patrones de conducta, por el contrario, los agudiza y amplía.

¿Para qué más castigos para una población suficientemente violentada por la sociedad?

Ser castigado por la familia, la escuela, la policía, la sociedad y el Estado, ha generado una niñez y adolescencia violenta, llena de vulnerabilidades y presa fácil de las ofertas de actividades delictivas que se tejen libremente por todos lados, dirigidas por personas adultas con poder e impunidad.

A lo que se le agrega la desprotección de esta población. Nuestro sistema de protección de la niñez y adolescencia tiene grandes deficiencias de recursos, gestión, estructura y cobertura.

¿Qué futuro le espera a una niñez y adolescencia que solo recibe castigos y desprotección?
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Editor Gazcue es Arte

Master en Educación Superior mención Docencia, Licenciado en Comunicación Social, Técnico Superior en Bibliotecología y Diplomado en Ciencias Políticas, Columnista del periodico El Nuevo Diario

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