Mi vida en un BB

Escrito por: Miguelina Terrero 
(miguelinaterrero@hotmail.com)


Sus ojos pestañaban más de lo normal, mientras sus manos, hermosamente arregladas, se apretaban entre si, como quien está desesperado.

La vi a lo lejos y no imaginaba que cosa tan “terrible” le estaba pasando, porque me recibió con una sonrisa cordial que logró que durante un rato me quedara junto a ella en busca de entretenerme con una buena conversación mientras ambas esperabamos para entrar al cine.

 Fue así como supe cuanta angustia había detrás de aquella simulada sonrisa. Un tema aquí y allí, dieron pie a que me contara sus vicisitudes del dia. Dijo que se sentía desubicada, desinformada, como si estuviera fuera del planeta.

“No sabía de nada, ni de nadie”, me dijo y esos ya parecían motivos suficientes para la cara que ahora veía en ella.

No sabía que hacer,  porque precisamente durante parte de la mañana y la tarde había estado resolviendo el “problema” que la tenia casi al borde de un infarto, y no había podido.

Me decía una y otra vez lo mismo, me explicaba dos y tres veces lo que creía un gran problema, y mientras más la escuchaba, menos entendia. Es que se le habia dañado su BB y no valieron sus esfuerzos para repararlo.

Estuvo parte de la tarde en las oficinas de la telefónica que le correspondia y luego de una larga espera, no logró resolver nada, y ahí estaba “perdida en el espacio” por la falta de ese objeto esclavizante que parecía ser el que la comunicaba con el mundo, la mantenía al dia, la agregaba al planeta y le daba la alegría verdadera. La angustia seguía reflejada en su cara y ahora también en la mia, porque al verla tan afligida y convencida de una “desgracia” que yo no veía, me tragué las ganas de decirle que aprovechara para tomar un descanso y dejar de leer y usar los dedos todo el dia.

Pero no dije nada, hipócritamente me quedé junto a ella, como quien apoya su sentimiento, porque cuando vamos a quedar como los locos de una historia, es mejor tomar la decisión de quedarnos callados.

La dejé mencionando los nombres de los principales ejecutivos de la compañía telefónica, a quienes acudiría a primeras horas de la mañana a resolver aquella “emergencia”. La chica bella, de hermosa sonrisa, quedó en su angustia, mientras yo me fui a buscar conversación a otra parte,  una vez más convencida de que, contrario a lo que ella pensaba, la felicidad no está en un BB.
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Editor Gazcue es Arte

Master en Educación Superior mención Docencia, Licenciado en Comunicación Social, Técnico Superior en Bibliotecología y Diplomado en Ciencias Políticas, Columnista del periodico El Nuevo Diario

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