Los piropos ya pasaron a la historia

Antes, además de los piropos, el enamorado usaba papel y lápiz para decirle a la muchacha el amor que sentía por ella. 

POR LIGIA MINAYA


Si le preguntas a alguien, de la nueva generación, por un piropo, te mirará con un signo de interrogación. Es que ya no tienen vida. Eso pasó de moda. En las esquinas de la calle El Conde se estacionaban hombres para conversar y piropear a cuanta muchacha le pasaba por el lado. Tampoco El Conde es lo que era antes. Ahora, los muchachos que pasan por allí, al salir de la escuela, gritan, se empujan y vocean. Aquel tiempo pasado era hermoso.

"Tantas curvas y yo sin freno". Para aquella de amplias caderas, piernas bien formadas, busto emergente. "Eres una flor con espinas que desgarras mi corazón". Y ella se hacía que no le oía. "Te quiero más que a mi madre y siento que estoy pecando, pues ella me dio la vida y tú me la estás quitando". La muchacha lo miraba y sonreía por dentro. "Del cielo cayó un pintor para pintar tu figura, pero no encontró pintura para pintar tu belleza". Así era la manera correcta y respetuosa de aplaudir la gracia de las mujeres.

De los boleros, ni hablar. De las serenatas, imposible. Supongo que ahora irán a bailar, (más que bailar, brincotear) y cuando haya alguien que le guste, se abrazan y se aprietan ¿Me equivoco? Y algo más: hoy no se escriben cartas. Antes, además de los piropos, el enamorado usaba papel y lápiz para decirle a la muchacha el amor que sentía por ella y le tenía palpitante el corazón ¿Ahora por la computadora? Ojalá que sí. Pero a veces pasan cosas impresionantes: Él le dice a ella que le mande una foto en que esté desnuda o que si no se acuesta con él buscará a otra. Y ahí está el problema. La muchachita queda embarazada y él se larga hasta donde no pueda volver a verlo o quizás le pase abrazado a otra y mirándola con desprecio. Cuando se rompe el "amor", la muchachita aparece hasta en "los centros espiritistas de las web".

Ya somos abuelos los que vivimos esos deliciosos días, enamorándonos con canciones, con piropos, y mirar al pretendiente haciendo "yuca" en las esquinas para vernos salir y decirnos: "Llenas el calor de mi vida, alumbras mi despertar, te quiero más cada día y no te pienso olvidar". Una de mis sobrinas me oyó canturrear un bolero y me dijo que eso estaba "off" y que no tenía ni ton, ni son. La miré y me quedé callada. Luego le dije: "Nunca supiste quererme, nunca me supiste amar, pero bien que has aprendido a no poderme olvidar". Ay tía, escríbeme eso que se lo voy a mandar por email al que fue mi novio.

Una vez, me encontré con Hipólito Mejía al salir del Hotel Lina y me dijo: "Hola mi corazón de auyama prieta". No supe lo que me quiso decir. Le pregunté a un amigo-cibaeño-agricultor y me contestó: La auyama que tiene el corazón prieto es la que da mejor caldo. ¡Albricias, qué piropo!, le dije me quedé encantada.

Perdónenme los de hoy esta crítica tan agria, pero es que me causan muchas interrogantes que una relación de pareja comience sin decirse ni siquiera una bonita palabra. ¡Bueno, entiendo que el pasado, es pasado, y no se camina por lo ya caminado!
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Editor Gazcue es Arte

Master en Educación Superior mención Docencia, Licenciado en Comunicación Social, Técnico Superior en Bibliotecología y Diplomado en Ciencias Políticas, Columnista del periodico El Nuevo Diario

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