POR GUSTAVO VOLMAR
Uno de los temas que surgen cuando se analiza la eficiencia administrativa de los gobiernos es el efecto que tienen las divisiones territoriales. En teoría, por su conocimiento y proximidad, las autoridades locales deberían ser más aptas que las de ámbito nacional para atender a las necesidades sociales, ambientales y empresariales de su entorno. Eso es, al menos, lo que se argumenta cada vez que se reclama una nueva división.
Evaluaciones realizadas por agencias de ayuda internacional, sin embargo, han encontrado que en la mayoría de los casos la creación de nuevas divisiones territoriales no genera un incremento de la eficiencia administrativa. Esto así porque las ventajas de una atención más localizada son anuladas por costos operativos más elevados, duplicidades de gastos, mayor burocracia y deficiencias de coordinación.
La República Dominicana, por ejemplo, con sólo diez millones de habitantes y un territorio pequeño tiene más de treinta provincias creadas sin una real racionalidad geográfica, por no hablar de los más de 150 municipios que tampoco obedecen a criterios de eficiencia gerencial. Cuando una comunidad tiene un problema, a quien acuden para solucionarlo es al presidente de la república.
La India, con 1,200 millones de habitantes, tiene 28 estados, algunos de ellos con mayor población que muchas naciones grandes. El mes pasado, la coalición de partidos en el gobierno anunció su apoyo a la creación de un nuevo estado, Telengana, el primero desde tres creados en el año 2000.
El anuncio provocó un problema inesperado. Los gurkas, reconocidos por su destreza militar, estuvieron en huelga y bloquearon carreteras la semana pasada para obtener su propio estado, y en total más de dos docenas de regiones están reclamando lo mismo.
Y es que una vez se abre la puerta a nuevas demarcaciones, surgen múltiples solicitudes impulsadas por políticos en busca de posiciones y oportunidades.
Evaluaciones realizadas por agencias de ayuda internacional, sin embargo, han encontrado que en la mayoría de los casos la creación de nuevas divisiones territoriales no genera un incremento de la eficiencia administrativa. Esto así porque las ventajas de una atención más localizada son anuladas por costos operativos más elevados, duplicidades de gastos, mayor burocracia y deficiencias de coordinación.
La República Dominicana, por ejemplo, con sólo diez millones de habitantes y un territorio pequeño tiene más de treinta provincias creadas sin una real racionalidad geográfica, por no hablar de los más de 150 municipios que tampoco obedecen a criterios de eficiencia gerencial. Cuando una comunidad tiene un problema, a quien acuden para solucionarlo es al presidente de la república.
La India, con 1,200 millones de habitantes, tiene 28 estados, algunos de ellos con mayor población que muchas naciones grandes. El mes pasado, la coalición de partidos en el gobierno anunció su apoyo a la creación de un nuevo estado, Telengana, el primero desde tres creados en el año 2000.
El anuncio provocó un problema inesperado. Los gurkas, reconocidos por su destreza militar, estuvieron en huelga y bloquearon carreteras la semana pasada para obtener su propio estado, y en total más de dos docenas de regiones están reclamando lo mismo.
Y es que una vez se abre la puerta a nuevas demarcaciones, surgen múltiples solicitudes impulsadas por políticos en busca de posiciones y oportunidades.
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