Mariano Rivera de siore a cerrador

POR BIENVENIDO ROJAS 
Twitter: @bienvenidorv


Ayer bajaron las cortinas de la temporada del 2013 y el adiós, el punto final lo dio el panameño Mariano -42- Rivera, que marcó el final del más grande en la salvación de juegos, 652 con un solo club los Yanquis de New York.

Su adiós sacó lágrimas: "He terminado, chicos, he terminado". Rivera lanzó por última vez el jueves pasado, en el último partido de Nueva York en el Yankee Stadium.

Hay una parte de Mariano que muchos desconocen y es parte de un batallón de jugadores que iniciaron su carrera en una posición y luego hicieron el "crossover".

Hank Aaron era siore y segunda en las Menores y Mickey Mantle jugó siore y lo convirtieron en jardinero. De Aaron se cuenta que Alfredo -Chico- Conton lo sentó en las paradas cortas en Puerto Rico.

No olvidemos que Johnny Bench fue en sus inicios lanzador y llegó a tener récord 16-0 a nivel colegial, pero donde su estrella brilló con luz propia fue en la receptoría.

El montecristeño Félix Rodríguez de cátcher pasó a ser lanzador y T.J. Peña de paracorto a pitcher.

Babe Ruth fue bueno como lanzador y una mega estrella como toletero. Mariano Rivera fue practicante de fútbol, algo parecido con Dámaso García.

En 1988 los escuchas vieron jugar a Mariano con el equipo Panamá Oeste como torpedero y aunque en ese momento no le vieron calidad para ser firmado para las Grandes Ligas enseñó fibras de atleta. Un año más tarde, con el mismo conjunto el cazatalentos de los Yankees Chico Heron le dio el visto bueno.

Mariano participa en un try out en la ciudad de Panamá soltando la esférica entre 85 y 87 millas, pero llamó la atención su manera muy natural de lanzar a sus 19 años y 70 kilos de peso. Lo firmaron en Febrero de 1990 y le dieron un bono de 3 mil dólares.

Como todos los latinos, tomó vuelo a los Estados Unidos a materializar el sueño americano sin saber nada de inglés y se reportó a la Liga de Novatos la Gulf Coast, donde en la mayoría su labor fue de relevista consiguiendo un salvado y teniendo una racha de 52 entradas, sin permitir carreras limpia. Termina con 5-1 y una microscópica efectividad de 0.17, donde enseñó un control increíble donde apenas dio 7 bases por bolas y pasó a 58 por la vía de la K.

Así comenzó el inmenso Mariano que ayer cerró en Houston el más grande capítulo de un lanzador en las Grandes Ligas.

Dentro de cinco años lo volveremos a ver en New York, pero no en la colina de los sustos del Yankee Stadium, sino en el templo de los inmortales de Cooperstown.
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Editor Gazcue es Arte

Master en Educación Superior mención Docencia, Licenciado en Comunicación Social, Técnico Superior en Bibliotecología y Diplomado en Ciencias Políticas, Columnista del periodico El Nuevo Diario

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