Cuando el “bullying” está en la casa

Por: Ofir Rosario, Psicóloga terapeuta

Según el psicólogo canadiense Albert Bandura, se reconocen tres fuentes principales del modelado de la conducta agresiva: las influencias familiares, las influencias subculturales y el modelamiento simbólico. De igual forma variadas investigaciones concluyen la teoría de que las influencias familiares son las que mayor repercusión tienen en la vida de las personas, por su disponibilidad de modelos y por las carencias que pueden ocasionar.

Cuando hablamos de “bullying”, de forma automática pensamos que si hay niños por lo general pensamos en un contexto escolar. Recordemos que se trata de alguien que causa humillación o malestar a otro, sobre todo si es más débil o pequeño, por lo que podría parecer extraño pensar que los padres se conviertan en los agresores, pero desgraciadamente sucede.

Por lo regular, los padres acosadores son prepotentes que constantemente menosprecian a sus hijos o que intentan controlar y hacer cumplir las reglas con mano dura e inflexible. Se trata de un fenómeno muy común y mucho más tolerado de lo que nos imaginamos, pero que realmente son padres “bullies”.

Cuando un grande le pega a un menor lo llamamos “bully”. El hecho de que un niño acose y agreda a otros implica muchos factores de por medio, pero el principal es el hogar. Si en la casa existe un ambiente hostil, no hay reglas definidas ni respeto y tanto padres como hijos se agreden física y psicológicamente, los niños crecen comprendiendo la violencia como algo común en sus vidas.

Es muy probable que el agresor, antes de causar violencia a los demás, ha sido violentado por su propia familia. La ausencia de los padres, el descontrol y los castigos físicos son parte del ciclo de violencia por el que pasa el niño y todo este maltrato familiar lo proyecta en las relaciones con sus amigos. Si en el hogar nadie lo escucha, el agresor busca llenar esa carencia, ¿cómo? Obligando a sus compañeros a estar bajo su dominio, y si no lo hace, reproduce el maltrato que alguna vez recibió.

La falta de normas en casa y la excesiva tolerancia de los padres ante conductas inadecuadas en el niño y en el adolescente también contribuyen al origen del “bullying”. Estas dos características dejan al menor que haga lo que quiera, en el momento que quiera, sin ningún límite.

Cada vez que un padre acosa a sus hijos “siembra el terreno” para un problema en su desarrollo físico y emocional e incluso puede afectar su desarrollo cognitivo.

Características de padres acosadores

Ejercen un control excesivo en la crianza y disciplina de los menores.

Utilizan técnicas de disciplina basadas en la agresividad (vociferar, intimidar, amenazar o abusar de los insultos).

Disciplinan sin empatía y no muestran amor.

Se orientan excesivamente hacia los logros.

Un niño que muestra tendencias de “bullying” hacia sus compañeros puede haber aprendido esos comportamientos de unos padres constantemente enojados que no lo nutrieron emocionalmente. De esta manera se aprende un patrón de agresión al interactuar con los demás.

La actitud de los padres del niño violento suele repetirse: no reprender e incluso excusar las malas acciones de sus hijos. Amparados en frases que ubican al niño agresivo en el lugar de víctima, sentando al agredido en el sillón del acusado. Esos padres afirman: “reaccionó así porque lo apartaban en el juego”, “les pegó porque se burlaron”.
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Editor Gazcue es Arte

Master en Educación Superior mención Docencia, Licenciado en Comunicación Social, Técnico Superior en Bibliotecología y Diplomado en Ciencias Políticas, Columnista del periodico El Nuevo Diario

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