Por EMILIA PEREYRA
Muchos capitaleños de las nuevas generaciones desconocen que décadas atrás los habitantes de la ciudad de Santo Domingo podían disfrutar de cuatro playas, ubicadas en la franja sur, especialmente de la emblemática Güibia, la más demandada, sobre todo durante la era de Trujillo, cuando funcionaba allí un reputado casino. Entonces mucha gente se solazaba bañándose en las claras aguas del Caribe y disfrutaba de la refrescante brisa al amparo de los cocoteros y los almendros. Dada la preferencia de los capitaleños por este espacio público, la playa de Güibia parecía un hormiguero los fines de semana y días feriados.
Aunque no fue tan popular como Güibia, el balneario de Manresa y otras dos pequeñas playas de la zona, una enclavada a la vera del Fuerte San Gil y la otra frente al Banco Agrícola, también concentraban a bañistas, a interesados en la pesca o a quienes simplemente querían recrearse en el privilegiado litoral.
Rememorando aquellos años, el sociólogo e historiador José del Castillo ha escrito que Güibia era la playa de la ciudad, con su balneario público provisto de vestidores, duchas y alquiler de trajes de baño.
El casino en la era
Del Castillo ha contado que el Casino de Güibia era una edificación de dos plantas con terraza y un bar con vellonera, en el que se reunían “bailadores trenzados y mulatas soberbias”, y al que iba a divertirse el mismo dictador con su séquito.
A nivel de la calle, bajo las copas de los almendros se encontraban las butacas haraganas, en las que se echaban los “contemplativos del mar que buscaban paz” y el parquecito de juegos infantiles, ha rememorado.
Esta área, embellecida por las aguas del Caribe, era una “suerte de santuario de la libertad en medio de la dictadura (de Trujillo), donde se podía practicar lucha libre, jugar, nadar” y bailar, ha expresado el investigador.
“Este balneario está arraigado en la historia de Santo Domingo. No en balde la hoy avenida Independencia fue llamada el Camino de Güibia. Entre 1885 y 1903 un tranvía daba servicio desde el puerto a Santa Bárbara, conectando con el Fuerte de la Concepción sito al norte del parque Independencia donde estaba la estación central, para rodar hasta Güibia y luego alcanzar a San Gerónimo”, contó Del Castillo.
Según ha relatado el escritor Efraim Castillo, en su novela Guerrilla nuestra de cada día, al casino acudían familias acomodadas y el balneario era para las chopas, obreros, guardias, policías y marineros.
Con la caída de la dictadura, la estrella del casino Güibia cambió drásticamente, pues pasó a manos de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, que desde entonces mantiene allí su Club de Profesores, y justo al lado se encuentra el restaurante Adrian Tropical, ubicado donde antes estuvo un destacamento de la policía.
Daños irreversibles
El huracán David, ocurrido el 31 de agosto de 1979, mientras gobernaba Antonio Guzmán, tuvo graves repercusiones en las playas, especialmente en las pequeñas del Fuerte San Gil y del Bagrícola, pues el fenómeno cambió su topografía y perdieron atractivo.
El huracán, de categoría cinco y con vientos de 240 kilómetros por hora, penetró al territorio dominicano entre Haina y San Cristóbal a las 3:00 de la tarde y dejó a la nación en estado ruinoso, con un elevado saldo de muertos, desaparecidos y damnificados. Además, destruyó en más de un 70 por ciento el alumbrado eléctrico y causó severos dañó al acueducto de Santo Domingo y al sistema telefónico.
En julio de este año 2018, causó un gran impacto a la población la divulgación de noticias e imágenes que revelaban que la playa de Güibia y gran parte del litoral sur del Malecón se habían llenado de plásticos y otros desechos sólidos, arrastrados por las corrientes, desde la orilla del río Ozama.
Un ángulo del Casino de Güibia en la era de Trujillo. |
Aunque no fue tan popular como Güibia, el balneario de Manresa y otras dos pequeñas playas de la zona, una enclavada a la vera del Fuerte San Gil y la otra frente al Banco Agrícola, también concentraban a bañistas, a interesados en la pesca o a quienes simplemente querían recrearse en el privilegiado litoral.
Rememorando aquellos años, el sociólogo e historiador José del Castillo ha escrito que Güibia era la playa de la ciudad, con su balneario público provisto de vestidores, duchas y alquiler de trajes de baño.
El casino en la era
Del Castillo ha contado que el Casino de Güibia era una edificación de dos plantas con terraza y un bar con vellonera, en el que se reunían “bailadores trenzados y mulatas soberbias”, y al que iba a divertirse el mismo dictador con su séquito.
A nivel de la calle, bajo las copas de los almendros se encontraban las butacas haraganas, en las que se echaban los “contemplativos del mar que buscaban paz” y el parquecito de juegos infantiles, ha rememorado.
Esta área, embellecida por las aguas del Caribe, era una “suerte de santuario de la libertad en medio de la dictadura (de Trujillo), donde se podía practicar lucha libre, jugar, nadar” y bailar, ha expresado el investigador.
“Este balneario está arraigado en la historia de Santo Domingo. No en balde la hoy avenida Independencia fue llamada el Camino de Güibia. Entre 1885 y 1903 un tranvía daba servicio desde el puerto a Santa Bárbara, conectando con el Fuerte de la Concepción sito al norte del parque Independencia donde estaba la estación central, para rodar hasta Güibia y luego alcanzar a San Gerónimo”, contó Del Castillo.
Según ha relatado el escritor Efraim Castillo, en su novela Guerrilla nuestra de cada día, al casino acudían familias acomodadas y el balneario era para las chopas, obreros, guardias, policías y marineros.
Con la caída de la dictadura, la estrella del casino Güibia cambió drásticamente, pues pasó a manos de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, que desde entonces mantiene allí su Club de Profesores, y justo al lado se encuentra el restaurante Adrian Tropical, ubicado donde antes estuvo un destacamento de la policía.
Daños irreversibles
El huracán David, ocurrido el 31 de agosto de 1979, mientras gobernaba Antonio Guzmán, tuvo graves repercusiones en las playas, especialmente en las pequeñas del Fuerte San Gil y del Bagrícola, pues el fenómeno cambió su topografía y perdieron atractivo.
El huracán, de categoría cinco y con vientos de 240 kilómetros por hora, penetró al territorio dominicano entre Haina y San Cristóbal a las 3:00 de la tarde y dejó a la nación en estado ruinoso, con un elevado saldo de muertos, desaparecidos y damnificados. Además, destruyó en más de un 70 por ciento el alumbrado eléctrico y causó severos dañó al acueducto de Santo Domingo y al sistema telefónico.
En julio de este año 2018, causó un gran impacto a la población la divulgación de noticias e imágenes que revelaban que la playa de Güibia y gran parte del litoral sur del Malecón se habían llenado de plásticos y otros desechos sólidos, arrastrados por las corrientes, desde la orilla del río Ozama.
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