Las pascuas tras la muerte de Trujillo y la consigna “Navidad con libertad”

La Navidad del 1961 tuvo sabores agridulces para la población dominicana, ya que el país experimentaba aires de libertad, tras padecer durante tres décadas las restricciones impuestas por la tiranía trujillista, y a la vez padecía miedo e inseguridad ante el confuso presente y el incierto futuro.

Bajo la conducción de Joaquín Balaguer, el sucesor del fenecido dictador, la sociedad contaba ya ocho meses desde que Rafael Leónidas Trujillo fuera ajusticiado la noche del 30 de mayo del 1961.

La colectividad se había conmocionado a causa del magnicidio y de los hechos derivados del histórico acontecimiento, con sus secuelas de víctimas y persecuciones, la matanza de la Hacienda María y la salida del país de la mayoría de los familiares del antiguo jefe, especialmente de Ramfis Trujillo y de los hermanos del tirano, que pretendieron darle continuidad al régimen.

En consecuencia, no prevaleció el ánimo festivo de antaño. El ambiente no era propicio para algarabías callejeras y ni largas jaranas y quienes celebraron la Nochebuena y la llegada del Año Nuevo lo hicieron en familia y de forma moderada.

Uno de los hechos más trágicos ocurridos a finales del 1961 fueron los asesinatos de la Hacienda María, el 18 de noviembre, justo antes de que Ramfis Trujillo se marchara al exilio. Entonces fueron acribillados varios héroes de la proeza de mayo: Pedro Livio Cedeño, Salvador Estrella Sadhalá, Huáscar Tejeda Pimentel, Luis Manuel Cáceres Michel (Tunti), Roberto Pastoriza y Modesto Díaz.

La matanza fue dirigida por el hijo del tirano, quien contó con la colaboración de otros ejecutores: su cuñado coronel José Luis León Estévez (Pechito), el coronel Alfonso León Estévez, hermano de Luis José y el coronel Gilberto Sánchez Rubirosa (Pirulo).

Después de esos asesinatos y de otros, de la salida de los Trujillo y de demás adláteres, se aceleró el proceso de la transición política.

Los antes todopoderosos Héctor Trujillo y José Arismendy Trujillo, hermanos del jefe, se fueron el primero de noviembre. Héctor, quien fuese presidente títere, viajó hacia Bermudas, y José Arismendy, el famoso Petán de La Voz Dominicana, salió hacia un destino desconocido, se divulgó entonces.

El 19 de noviembre del 1961 el periódico El Caribe publicó en primera plana que el general Trujillo hijo había renunciado a la jefatura de las Fuerzas Armadas el 14 de noviembre y se había ido el día anterior, en la fragata Mella, con destino a Europa, dejando el país bajo el mando de Balaguer.

Antes de marcharse, Ramfis Trujillo sacó del mausoleo los restos de su padre, de la iglesia de San Cristóbal, y logró llevarlos a París, Francia.

Salida de otros familiares

En esos días dejaron el suelo dominicano otros familiares del fenecido dictador. El Caribe del 22 de noviembre publicó, bajo el título “Se ausentan del país varios miembros familia Trujillo”, que un nutrido grupo había salido el día anterior, a las 10:56 de la mañana a bordo del avión San Cristóbal HI-41 de la Compañía Dominicana de Aviación”. La mayoría se iba con nombramientos firmados por el presidente Balaguer.

Esas personas eran Pedro V. Trujillo Molina, recién designado ministro consejero en la embajada de la República Federal de Alemania; Pedro José Trujillo Nicolás, ministro consejero de la misión permanente de la República ante las Naciones Unidas; José Oliva García, cónsul dominicano en Ottawa, Canadá, Virgilio García hijo; Rodolfo Leyba Polanco, Carlota Kushner de García Trujillo, e hijos; doctor Manuel Robiou y otras personas.

También se publicó que el día 23 en la noche había llegado al aeropuerto de Miami, sentada en una silla de rueda, Julia Molina, progenitora del tirano Trujillo, de 96 años. La señora arribó a Estados Unidos acompañada de su hijo Romeo Amable Trujillo y de Luis y Francisco Trujillo Reynoso.

Motivos de júbilo

Mientras los Trujillo se iban, dejando un pasado de crímenes, abusos y boato, en la capital dominicana se produjeron expresiones de júbilo, por la llegada el 21 de noviembre de destacados dirigentes políticos procedentes del exilio, entre los que sobresalía Viriato Fiallo, presidente de la Unión Cívica Nacional, y Manuel Aurelio Tavárez Justo, presidente de la agrupación 14 de Junio.

La Voz del Trópico divulgó actos concernientes a la llegada de los líderes. A la transmisión se unieron La Cadena por la Libertad, integrada por 13 de las principales emisoras del Cibao, y otras estaciones de la capital como Radio Comercial, HIZ, HIN, La Voz de la Alegría, Radio Cristal, Radio San Cristóbal, La Voz del Sur, en Baní, y La Voz de Quisqueya, en San Juan de la Maguana.

La multitud se concentró en los alrededores del parque Independencia para escuchar a Fiallo, quien dijo que había ido a Washington a solicitar que no levantaran las sanciones al gobierno y aseguró que la UCN seguiría luchando sin descanso para conseguir la libertad absoluta y el imperio de la justicia.

Recuerdos de esa Navidad

En el segundo semestre del 1961, en el país se vivió una lucha política desenfrenada, y en junio, julio y agosto se registraron persecuciones contra los considerados parte de la maquinaria del autócrata, los calieses y miembros del ejército y del Partido Dominicano y otros relacionados.

El incendio de Radio Caribe, uno de los símbolos más repudiados de la dictadura, ocurrido el 7 de julio de 1961, fue provocado por una turba, lo cual causó temor a muchos relacionados al trujillismo. Además, el abogado Rafael Valera Benítez había publicado su reconocido libro “Complot develado”, en que contaba horrores del régimen tiránico.

Muchas personas se escondieron; otras se fueron del país. En ese ambiente borrascoso llegó la Navidad y no ocurrió lo que sucedía antes del magnicidio, cuando se llenaban de público los lugares de moda a finales de año.

Antes, las fiestas más grandes se celebraban en el hotel Jaragua, el centro de diversiones más emblemático de la capital. También se hacían muchos festejos en el night club de La Voz dominicana, al que se acudía por invitación, y en otros establecimientos.

Aunque la mayoría de las orquestas se hallaba en desbandada porque estaban asociadas a la era y sus repertorios los componían merengues que loaban a Trujillo, hubo una canción, “Navidad con libertad”, interpretada por Joseíto Mateo, que la gente hizo suya, recordó el periodista deportivo Bienvenido Rojas.

“Navidad con libertad” era también la consigna de la Unión Cívica Nacional. Posteriormente el reconocido corresponsal internacional Bernard Diederich publicó una obra con el mismo título.

Además, era muy escuchado un merengue interpretado por El Pupi de Quisqueya (luego conocido como Cuco Valoy). “Había otra canción (muy popular) de Billo Frómeta, que se había ido fuera del país y vivía en Venezuela con la Billo’s Caracas Boys , que decía: “ No llores, muchachita de Quisqueya”, evocó Rojas. Este hermoso bolero se titula “Espera quisqueyana”.

En esa Navidad la gente compartió en la intimidad familiar, porque tenía temor. Había mucha tensión en el ambiente y cada día circulaban noticias y rumores sobre hechos trágicos concernientes a la tiranía y a la situación política.

“Fue una Navidad agridulce, triste en un sentido, pero alegre en el otro. El 24 de diciembre en la tarde mucha gente gritaba en las calles ¡libertad, libertad! Ya en horas de la noche la ciudad se comenzó a apagar y la gente como siempre cenó en sus casas la tradicional cena navideña”, evocó Rojas.

En los banquetes se consumieron los mismos platos que todavía forman parte del menú navideño dominicano: carne horneada de cerdo, pavo o pollo, moro de habichuelas negras o guandules, pastelones, pastelitos y ensaladas. Pero también se sirvieron monicongos y lerenes, que prácticamente han desaparecido de la mesa navideña criolla.

En esos días, los amantes del séptimo arte encontraron varias ofertas para recrearse. Ya en noviembre los cines capitalinos promovían películas en la prensa como antes. Por ejemplo, El Rialto proyectaba “La verdad”, protagonizada por la superestrella francesa Brigitte Bardot, y el cine Independencia mantenía en cartelera “Los ambiciosos”, del celebrado director Luis Buñuel, interpretada por la reconocida mexicana María Félix.

La iglesia y las ceremonias

Los oficios religiosos, la Misa del Gallo y otras ceremonias se desarrollaron con normalidad, aunque la gente se había retirado un poco de la iglesia católica por los problemas que tuvieron los obispos y los curas que enfrentaron al régimen en las postrimerías de la era.


Sin embargo, después de la muerte de Trujillo la gente volvió a los templos y se siguieron haciendo las procesiones y celebrando las ceremonias tradicionales en San Carlos, Ciudad Nueva y otras zonas capitalinas y del país.

Navidad sin pelota

En esas pascuas la gente no solía salir a la calle después de las doce de la noche, porque se había acostumbrado al toque de queda, y por primera vez el torneo de béisbol de invierno se suspendió, “un golpe mortal para las noches aquí en República Dominicana”, expresó Rojas.

Entonces los fanáticos no pudieron seguir el béisbol de Cuba, porque Fidel Castro prohibió el torneo de la pelota antillana.

“El dominicano se quedó en diciembre sin pelota y entonces se seguían las pocas carreras de caballos que se efectuaban”, agregó.


Por Emilia Pereyra
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Editor Gazcue es Arte

Master en Educación Superior mención Docencia, Licenciado en Comunicación Social, Técnico Superior en Bibliotecología y Diplomado en Ciencias Políticas, Columnista del periodico El Nuevo Diario

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